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¿Es sostenible la economía de guerra de Rusia o se encamina al desastre?

Russia's war economy: resilient strategy or path to ruin?

La economía de Rusia está mostrando grietas mientras el país lucha por sostener sus operaciones militares en Ucrania.

Oficialmente, el PIB de Rusia creció un 3,6% en 2023 y se espera un crecimiento similar este año.

Sin embargo, este desempeño económico esconde problemas más profundos causados por un gasto militar vertiginoso, cuellos de botella en la producción de armas y un mercado laboral llevado hasta sus límites.

A medida que la guerra se acerca a su tercer año, los sistemas financieros e industriales de Rusia están bajo una inmensa presión.

Solo el presupuesto de defensa representará el 6% del PIB en 2024, el nivel más alto desde la Guerra Fría.

Combinado con el gasto en servicios de seguridad, esto equivale al 40% del presupuesto gubernamental.

Al mismo tiempo, el banco central ha elevado los tipos de interés al 21%, lo que dificulta el endeudamiento de empresas y consumidores, y se espera que los tipos sigan aumentando.

Un mercado laboral ajustado crea riesgos

La tasa de desempleo de Rusia está en un mínimo histórico del 2,4%, una cifra inusual para un país en guerra.

Sin embargo, este mercado laboral ajustado plantea desafíos importantes.

El Kremlin ha reorientado a los trabajadores hacia el sector de defensa, con más de 500.000 nuevos empleados en la producción de armas y funciones paramilitares desde 2022.

Además, el ejército necesita 30.000 reclutas cada mes para reemplazar las pérdidas en el campo de batalla, lo que lo obliga a recurrir a fuentes no convencionales, como prisioneros y soldados norcoreanos.

Estos cambios dejan a las industrias civiles con escasez de personal.

Los empleadores de sectores no relacionados con la defensa tienen dificultades para competir con los aumentos salariales quíntuples que se ofrecen en los empleos relacionados con la defensa.

El aumento de los costos laborales ha alimentado aún más la inflación, que ahora supera el 8%.

El aumento de precios de productos esenciales como las patatas (+73%) y la mantequilla (+30%) están empeorando las condiciones de vida del ruso medio.

La producción de armas no puede seguir el ritmo

Rusia está perdiendo equipo militar a un ritmo insostenible.

Los analistas informan de pérdidas mensuales de 320 cañones de artillería y 155 vehículos de infantería.

La producción nacional dista mucho de satisfacer estas necesidades: sólo se fabrican 20 cañones de artillería y 17 vehículos de infantería cada mes.

El país ha recurrido a antiguas reservas e importaciones de la era soviética, incluidos proyectiles de artillería de Corea del Norte, pero estas fuentes se están agotando rápidamente.

La producción de armas también se enfrenta a barreras técnicas.

La capacidad de Rusia para producir cañones para tanques y cañones de gran calibre está limitada por su dependencia de forjas rotativas especializadas, de las que sólo tiene dos.

Cada forja produce sólo 10 barriles al mes, lo que pone de relieve las graves limitaciones industriales.

Sin ayuda externa (por ejemplo, la de China, que aún no ha comprometido sus recursos), la escasez de armas en Rusia probablemente empeorará a fines de 2025.

¿Por qué aumentan los tipos de interés en tiempos de guerra?

Mientras que la mayoría de los bancos centrales buscan bajar las tasas de interés durante los conflictos para estimular el gasto, el banco central de Rusia está adoptando el enfoque opuesto.

Los tipos de interés se sitúan hoy en el 21%, frente a sólo el 6% antes de la guerra.

Esta política refleja un esfuerzo desesperado por estabilizar el rublo, que ha caído un 10% frente al yuan este año.

Mantener el valor del rublo es fundamental porque Rusia depende de las importaciones, especialmente de China, para tecnologías clave como la microelectrónica utilizada en drones, misiles y tanques.

Los elevados costes de los préstamos ya están teniendo consecuencias.

Los volúmenes de hipotecas se redujeron a la mitad en julio cuando terminaron los subsidios, y las quiebras corporativas aumentaron un 20% este año.

Incluso entidades alineadas con el Estado, como la Unión Rusa de Industriales y Empresarios, informan que los planes de inversión para 2025 se están posponiendo debido a la financiación inasequible.

La dependencia de China crece

China se ha convertido en el mayor socio comercial de Rusia, al que suministra más del 90% de su microelectrónica y un tercio de todas las importaciones. Sin embargo, esta dependencia crea vulnerabilidades para Rusia.

A diferencia de la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos proporcionó suministros críticos a través del programa de Préstamo y Arriendo, el apoyo de China viene con exigencias.

Rusia debe pagar las importaciones en yuanes, lo que hace de la estabilidad del rublo un factor clave para sostener las operaciones militares.

Esta dependencia de China también limita la flexibilidad geopolítica de Rusia.

Si bien las recientes cumbres del BRICS se han utilizado para proyectar una imagen de fortaleza, subrayan en qué medida la economía y el ejército de Rusia dependen ahora de Beijing.

China representa más del 60% de la producción económica de los BRICS, lo que le otorga una influencia significativa sobre el bloque.

Reducción del umbral nuclear

La reciente actualización de la doctrina nuclear rusa plantea nuevas preocupaciones.

La política revisada permite ataques nucleares en respuesta a ataques convencionales que amenacen la soberanía o la integridad territorial de Rusia o Bielorrusia.

Esto reduce el umbral para el uso nuclear, lo que podría aumentar las tensiones con la OTAN.

La doctrina también incluye una definición más amplia de ataques masivos, como aquellos que involucran drones o misiles de crucero.

El momento de esta actualización coincide con el uso por parte de Ucrania de misiles ATACMS suministrados por Estados Unidos para atacar el interior de Rusia.

Moscú considera que estos ataques forman parte de un esfuerzo coordinado de la OTAN y ha advertido que cualquier escalada adicional podría provocar represalias directas.

El crecimiento económico enmascara problemas más profundos

Aunque las cifras del PIB de Rusia sugieren resiliencia, el panorama subyacente es mucho menos optimista.

El crecimiento impulsado por los militares, o “keynesianismo militar”, es insostenible a largo plazo.

La mayoría de los nuevos empleos están vinculados a la defensa y añaden poco valor a la economía civil.

La inflación, las altas tasas de interés y la contracción del sector privado están erosionando los cimientos de la estabilidad económica de Rusia.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que el crecimiento de Rusia se desacelerará drásticamente al 1,3% en 2025.

Incluso entidades respaldadas por el Estado como VEB, el banco de desarrollo de Rusia, han reducido sus previsiones de crecimiento al 2%.

Con menos recursos para la inversión y un mercado laboral afectado por el servicio militar obligatorio, las perspectivas son sombrías.

¿Se le está acabando el tiempo a Putin?

Putin tiene una montaña que escalar mientras intenta sostener el esfuerzo bélico sin paralizar la economía rusa.

La dependencia de China, la escasez de armas y de mano de obra, así como los altos costos de endeudamiento, están poniendo a prueba la capacidad del país para mantener la estabilidad militar y interna.

Las presiones económicas están creciendo y las grietas en la economía de guerra de Rusia son cada vez más difíciles de ignorar.


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